25.1.13

Lo que me quedó



Todo lo que quisiera decirte. Tanto. El punto es para qué decirte a vos – a vos – algo. Entonces rebotan las ideas, se retuercen para adentro y ahí me ves, con la cabeza en un cóctel de pensamientos dirigidos sin un puerto. ¿Para qué pensar? ASI – vengo, voy, revuelvo, vuelco tu nombre, las causas, las maneras, lo que siento y nuevamente: ¿Cómo podría imaginarte puerto de mi pensamiento?

Así y todo un ala insiste con que podría ayudarte a ver esa historia que me hiciste actuar (igual que a todas). Esa, sí, la misma película que siempre nombrás, la que me calcé como anillo al dedo, y que me quebró el alma al medio y así ando, rengueando la vida como puedo. Anudada.

Pero a mí quién me ayuda me pregunto. A mí. ¿Quién?¿Quién me dice? algo. Estos momentos me dan vuelta. No lo entiendo. 

La soledad no me detiene – es que soy fuerte – pero como tironea carajo. Cómo cuesta arriba darse cuerda. Casi nada me detiene y eso asusta, creo, eso ensolece también. La libertad asusta, creo, lo veo en los ojos que me observan mientras me hago cada vez un poco más libre un poco más sola un poco más cierta un poco más sin vos un poco más música un poco más vieja un poco más feliz un poco mas tierra.

Todo lo que quisiera decirte tiene nombre, raíz, fundamentos

es tanto
que sólo puede nombrarse con silencio.

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