5.7.12

Compañias

Fue como buscar un compañero ahí donde nadie se hizo cargo, un humo que me abrace frente al miedo de esos perros cruzando la calle o los resabios de las noches del miedo a la oscuridad.
Fue como sentir un beso en cada pitada y así calmar la angustia del abandono, del olvido, cuando no podía más que observarme desde afuera la entera soledad.
Qué triste es darse cuenta de que es la muerte la que me acompaña, la que me persigue y no me la puedo quitar.
Pero hoy no soy más esa nena muerta, fumándose las penas sola en una esquina o guardándose en un bar ¿Esperando que alguien la vea?

Que se vayan preparando – todos -los culpables, que voy a dejarte y esta vez no me lo voy a fumar.

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